Me esperabas en tu cuarto
viendo en la noche llover.
Tu alma era una rosa
temblorosa y ya sin fe.
Le regalaste a la luna
tus lágrimas de mujer
y le dijiste vencida:
«Yo nunca le olvidaré».
La tristeza más profunda
se escondió bajo tu piel.

Al otro lado del cielo
yo te esperaba sin fe.
Intentaba distraerme
escribiendo en un papel;
pero al verlo tan intacto
me recordaba a tu piel
y escribí sumido en llanto:
«Yo nunca la olvidaré».
Las palabras empapadas
se escurrían del papel.

Tristísima noche aquella.
Tristísimo cielo aquel.
Los dos dijimos a un tiempo:
«Nunca te volveré a ver».
Y la luna apagó sus pupilas
y dijo: «Nunca os olvidaré».

Rimas para una princesa

II

¿Cómo podrán salir
de tu boca tan dulces palabras?
Al mirarte a los ojos comprendo
que salen de tu alma.

X

Si soñar fuera vivir
siempre estaría soñando
porque en mis sueños estás
continuamente a mi lado.

XXX

Preguntaste con miedo:
¿Sabes por qué hay estrellas en el cielo?
Y yo sin responderte
te di un beso
y te dije al oído:
Tal vez sea
porque Dios quiere vernos
cuando nos besamos
y queremos.

Preguntaste con miedo:
¿Tú crees que existe un Dios en el cielo?
Y yo sin responderte
te di un beso
y te dije al oído:
Qué más da que no exista
un Dios en el cielo,
si, aunque no nos vea,
nos queremos.