Eso es.
Somos el medio por el que se manifiesta lo transparente.
No sé si será gracias al lenguaje
o si el lenguaje no hace más que dejarlo patente.

No sé cómo lo hemos hecho,
si nos eligieron o si surgió de repente.
No lo sé, pero somos la pantalla
en la que se ve lo transparente.
A veces está distorsionado,
a veces no se entiende,
pero así al menos se sabe
que está presente.

Es eso y no otra cosa
lo que debería preocupar a la gente,
lo que habría que estudiar
para entenderlo completamente.

Eso es.
Por eso la poesía a veces duele.
No porque hable de amores perdidos
o de la muerte,
sino porque habla de cosas que creemos atrapar
pero que aún se nos resbalan y se pierden,
porque nos invita a creer,
pero aún le falta una prueba concluyente,
el verso que se pueda ver
aunque todas sus palabras sean transparentes.

Dicen que el amor puede a la distancia,
que puede al tiempo.
¿Es que entonces
nuestro amor no es verdadero?
Siento que cada día que pasa
estás menos cerca, pero igual de lejos:
Siento que se me acaban las formas
de decirte que te quiero,
cosa que jamás me pasaba
cuando estábamos juntos con las formas de darte besos.
Siento que tú también te cansas
de que haya pantallas siempre en medio.
Siento que los días empiezan a ser normales
y que empiezo a estar cómoda en ellos.
Empiezo a recordar cómo sobreviví
los días antes de que me arrancaras los recuerdos.
Siento que no vuelves
y que cada vez duran más los días que nos vemos.
Siento que tu nombre empieza a recordarme a ti
en vez de acariciarte como antes al momento.
¿Es que acaso nuestro amor
no es verdadero?

Sí lo es.
Hemos vencido a la distancia y al tiempo.
Me ves menos cerca
porque me he subido a las estrellas a lanzarte besos.
Ya no encuentras formas de decirme que me quieres
porque solo hay una forma: cada vez que te veo.
No me cansa que haya pantallas entre medias.
Tu corazón se notaba igual con las costillas en medio.
Los días te empiezan a parecer normales
porque uno también se acostumbra a lo perfecto,
a lo perfectos que siguen siendo los días
ahora que sabemos arrancar malos recuerdos.
Y no duran más porque sean aburridos
sino porque en las estrellas pasa más despacio el tiempo.
Por eso mi nombre llega a veces tarde.
Pero es que aquí no hay que hacer caso a lo que vemos.
La distancia está haciendo que entendamos
que las palabras vuelan más despacio que los sentimientos
y que intentar entenderlo todo con palabras
hace que siempre nos sintamos lejos.

¿Aún no sabes si nuestro amor
es verdadero?
Yo lo que no sé es cómo alguien puede saber lo que eso es
sin haber estado cerca de ti y lejos.
Cerca de ti el tiempo no importa porque está parado
y lejos de ti lo acelero yo con mis sentimientos.
La distancia es igual de pequeña a tu lado
que lejos de ti, porque te quiero
y cuando se quiere el corazón late tan fuerte
que no hay costilla ni pantalla ni distancia que pueda detenerlo
que le impida ocupar
el mundo entero.
Y así no tiene que volver nunca a tu lado
porque siempre te tuvo dentro.

¿Estaríamos mejor cerca? Sí, seguramente,
pero no seríamos conscientes, quizás,
de lo mucho que nos queremos.

Ya no sabes a recuerdos.
¿Has besado a otros?
Ya no sabes a tus besos.
Besaba mejor tu foto.

¿Qué ha pasado? ¿Por qué has vuelto?
¿Acaso ya sabes lo que es de verdad un corazón roto?
¿Ya has visto que yo era como era
pero al menos era distinto a otros?

Ahora vuelves, pero ya es difícil
que recordemos exactamente cómo era todo.
Esto no es como montar en bici:
las cosas aquí se olvidan pronto.

Puedo hacer como que no sé
que has besado a otros.
Y podemos colocar de nuevo nuestras cosas,
pero para saber dónde iban habrá que mirar fotos,
para saber que ahí había algo
habrá que mirar si dejó algo una marca en el polvo.

Podemos fingir, en fin, que los besos
siguen sabiendo a nosotros.
Pero siempre notaremos
que estamos actuando, que somos
como dobles de nosotros mismos,
que es un escenario todo.

Así que mejor ve a tu cuarto,
desordena todas mis fotos.
Limpia los surcos que los sueños dejaron
en el polvo.

No olvides que aunque estuvimos tan unidos
nos conocimos de casualidad en el fondo.
Dejemos, pues, que la vida nos enseñe
y volvamos a ser nosotros,
aunque ahora sea cada uno por su lado,
que es exactamente como estábamos
antes de estar a punto de no conocernos por poco.

Y si te mueres tú ¿qué?
Si te mueres tú todo lo que te he dicho se caerá de la cama
y no podré levantarlo.
Y no habrá persianas que romper
porque el mundo le dará la vuelta a mi cuarto
y todo dejará de tener sentido para mí
porque tú eres la única parte de mi vida que no es decorado,
la única razón para seguir en la vida
aunque se vea lo falso que es todo cuando se mira por debajo.

Si te mueres tú no vuelvas, no preguntes,
que tendré tantas lágrimas
que no habrá para contrarrestarlas suficientes abrazos.
Me verás creer que es un invento que el mundo sea bueno
y me verás refugiarme en el pasado.

Pero no me quieras porque no pueda soportar que un día mueras,
quiéreme porque aun cuando muera
sabré seguir haciendo que el mundo para ti no sea malo.

Y si me muero ¿qué?
No me quieras porque el mundo sea bueno.
Quiéreme aunque el mundo sea malo.
No digas que el amor es esto:
refugiarse de la vida y del pasado.

Y si me muero ¿qué?
¿Y si me caigo de la cama y ya no me levanto?
¿Y si el viento rompe las persianas?
¿Y si estalla la puerta de mi cuarto?
No me quieras para que te abrace y te proteja.
Una simple lágrima podría destrozar mi abrazo.
No me quieras para olvidar con el futuro,
que pronto empezará a abultar más el pasado.
Quiéreme porque solo yo en el mundo
soy capaz de abrocharte el cinturón desde mi lado,
de darle la vuelta a la vida
para que puedas verla por debajo.
Así si me muero…
si me muero, verás que la muerte también es parte del decorado.

No me quieras porque sea bueno
ni porque le sepa atar los cordones a tu pasado.
Quiéreme porque sé ver las costuras de la vida
y puedo así reconocer lo verdaderamente malo.
Así si me muero no te pasará nada
porque entenderás la vida y entenderás qué tenían de especial mis abrazos.
Así si me muero entenderás que el mundo es demasiado bueno
a pesar de ser demasiado malo.

Es que es un fracaso.
Es que es haber gastado
—no quiero decir perdido—
mucho tiempo.
Es que es haberse acostumbrado
a no percibir que si se va rápido
el aire parece viento.
Es que es haberlo hecho mal
y encima no poder contárselo a quien siempre le contamos esto.

Es que terminar una relación
es arrepentirse de hacer lo correcto,
es llamarse a uno mismo tonto
por no haberse dado cuenta a tiempo.
Es enfadarse con los que decían que lo dejáramos
y con los que decían que siguiéramos.
Es tener angustia por salir,
pero más por refugiarse dentro.
Es desconfiar del destino
y creer que no sirve para algo todo lo que hacemos.

Si es que terminar una relación
no es solo sentirse solo, dejar de ser querido, estar lejos
es mucho más, es la bronca
que nos echan nuestros padres cuando nos caemos de pequeños,
es sentir que te ha fallado la mejor persona,
que eres torpe hasta para cuidar a quien más quieres, hasta para eso.
Es preferir mirar atrás en vez de al frente
porque hacia atrás se llora, pero se llora menos.
Es no tener ninguna esperanza,
es estar cuesta arriba y poner punto muerto.
Es que nos dé rabia hasta saber
que llegará un día en que nos alegremos.

Es que terminar una relación
es un fracaso. No hay duda de eso.
Pero como en todos los fracasos
se puede aprovechar el momento
para reorganizarlo y configurar bien todo
ahora que habrá que comprarse, como si fuera un móvil, un corazón nuevo.

Para eso no hace falta pensar
que se podría estar peor, que es injusto que nos quejemos,
ni siquiera
que todo lo cura el tiempo.
Hay que aceptar que se ha hecho mal,
que fuimos tontos, sí, que nos lo merecemos,
pero sabiendo que hay que continuar hacia adelante
por mucho que hacia atrás vayamos a llorar menos.

Que en la mochila de la vida
todos tenemos un agujero
por donde cualquier fracaso
siempre se va cayendo.
Si volvemos hacia atrás
nos reencontraremos
el fracaso caído
al volver a andar hacia delante de nuevo.

No sé lo que tendré en el corazón,
pero parecen cuerdas,
cuerdas que al rasgarse
me susurran melodías.

No sé lo que tendré en el corazón,
pero hay palabras
que al oírlas hacen que me vibren las pestañas.

No sé lo que tendré en el corazón,
pero hay cosas invisibles
que despedazan mis pupilas.

No sé lo que tendré en el corazón
ni si tendrán otros lo mismo,
pero a veces, cuando alguien lee algún verso mío,
puedo sentir como mía su tristeza,
como si en el corazón tuviera
la tristeza de todas las personas,
como si en el corazón tuviera las cuerdas que encendieron
la música que distinguió al hombre de la nada
y le dio la tristeza suficiente
para empezar a plantearse su existencia.

No sé lo que tendré en el corazón,
pero sé que hay versos que sin duda
se parecen a lo que tengo.

Hay recuerdos que se van yendo poco a poco.
Y hay recuerdos que mueren de repente.
Se sabe así que no van a volver nunca,
pero no se sabe bien adónde van cuando se mueren.

Hay recuerdos que se matan,
pocos, porque los recuerdos saben bien cómo defenderse,
pero hay recuerdos que se matan
y no vuelven.
Y no vuelven… ¿o sí?
Vuelven como fantasmas, ahora con sabor a muerte,
con sabor a que la vida no es ya la misma
a que falta algo aunque ya no se recuerde.

Hay recuerdos que no se van yendo poco a poco
y dejan un vacío en el pasado cuando mueren,
un vacío donde deberían quedar los recuerdos
que expliquen por qué duele la vida cuando duele.

Dejemos que los recuerdos duelan
para saber mirar de frente
para entender que por matar el pasado
el amor no va a dejar de acercarse a la muerte.
Recuerdos que, si son peores,
darán más sentido al amor nuevo que llegue.
Y, si son mejores…, si son mejores ayudarán a comprender
que la vida sabe mejor que uno lo que uno quiere.

Los recuerdos deben irse yendo poco a poco.
Si dejamos que se alejen,
tendremos tiempo para encontrar
el lugar que ocupa su sombra en el presente.

Poesías y lágrimas en zapoteco

Aquí presento algunos fragmentos de poemas de Poesías y lágrimas traducidos por @DizhSa al zapoteco, lengua de México (¡Gracias!):

Quety xi nadiru maru joz Masque chunialiu, tyen quën liu duzhru ybana gal rzhiby

No hay nada mejor
que estar contigo
porque contigo
es menos triste tener miedo …


 

Galruan na zicy chi rtyug buny bzhugnani, gal Nguni na rbeguan buny xi xteni, as rdyenyi steiby. Ndiebaga

Llorar es como cortarse las uñas
La tristeza es deshacerse de cosas
que luego siempre vuelven a crecer. No hay duda …


 

Locni queity nazacdi queity rbezdi rcaz buny orgai Zezag rcaz buny.

Lo malo es que no se deja de querer en un momento.
Se sigue queriendo.


 

Lidyizyu gunyu yzeiny lai laztua chindilaza nu tu ycazna.

Solo tú eres capaz de hacer que en el fondo de mi alma
pueda llegarme a creer que alguien me quiera.


 

Rcaza liu Queity rcazdya gacbia zu zhi Cwez gana loo rata zhi. Nazhi al rcaza liu, zicybaza queityru chuzhi gana loo

Te quiero
y no me importa saber
que algún día dejaré de verte para siempre.
Hoy ya te quiero
como si nunca más te fuera a volver a ver.


 

Mas rzuniëng liu Zezag ru guet zienydan gwel ni bzalrëng liu Par chistiu queity rzacngalnedyui

Aunque te pisaban,
tú seguías poniéndote debajo.
Tantas veces te tiraban
que levantarte ya no te costaba trabajo.


 

Bal gatya, chiru a? Queity ycazu naa zicy queity nu Zac gaxliu. Bcaz naa mas queity nuzac gaxliu

Y si me muero, ¿qué?
No me quieras como si el mundo fuera bueno,
quiéreme aunque el mundo sea malo.


 

Nii rawa chat ni rliu queity rzalodi. Xmoda runya xjab cwiaxneza galambany chiru queity salodi zicy.

Por eso doy besos que parece que no empiezan.
Es mi manera de concentrarme para resolver la vida
y que así no empiece, y que así no muera