El sol saluda a la noche
que cuidadosamente lo tapa
con su colcha de fina plata
y luego se mete en su bote.

Un bote que pronto partirá
para llegar al mar
y ahí volver a nacer
el sol que tanto ilumina
de luz, abrigo y amor
porque la madre del sol, la noche
enseña a su hijo amado
cómo amar sin recibir
más que el reflejo del agua.

Madrid, 29 de diciembre de 1997.

Te esperé bajo la lluvia traicionera
pensando en las palabras, todavía,
que al oído me dijiste algún día
cuando aún tu voluntad era sincera

¡Qué pena que tu mente pendenciera
en mi alma no encontrara a aquel poeta
cuyos versos algún día cual saetas
penetraron tu armadura hasta su meta!

7.2.01
De Un no sé qué que queda