Posiblemente esté todo más claro
cuando pase el tiempo y entienda que no eras para mí.
Posiblemente consiga escuchar esas canciones
y no me acuerde ya de ti.
Posiblemente todo tendrá sentido un día
cuando comprenda por qué entonces me tocó sufrir.

Pero ahora que es entonces no me explico
por qué tiene que ser la vida así,
por qué no es todo un poco más sencillo
para, así,
no tener que comprender nunca
por qué aquel día me tocó sufrir.

—¡No te vayas!— le dijo,
pero ella se fue
y su sombra se quedó mientras se iba
clavada en una hoja de papel.

—¡No te vayas!— le dijo a otra,
pero aquella también se fue
y el llanto se quedó como una sombra
embadurnado en su piel.

Un día le dijeron «¡No te vayas!»,
pero él se fue
y notó al marcharse que dejaba
una sombra detrás de él.

Pensó entonces que el amor siempre se acaba
y pensó que era mejor no querer.

Y así ya nadie le pidió que no se fuera
y tampoco lo tuvo que pedir él.
Y ya nadie dejó tras de sí ninguna sombra,
porque ya nadie se fue.

Esta vez no me he ido para siempre,
lo he hecho para no volverte a amar.
Esta vez no he dejado en tus cajones
razones que te quieran perdonar.
Esta vez no haré caso a los recuerdos,
que siempre tienen algo que objetar.
Esta vez no hablaré de ti a la gente.
Esta vez no me he ido para siempre,
esta vez no te quiero de verdad.