Y yo que decía
que el amor son solo hormonas,
que no hay enamorados,
que el amor es una droga.

Y ahora ya comprendo
que sí, son solo hormonas,
pero amar es encontrar
algún día a la persona
con quien las hormonas concuerden,
con la que encajen todas.

Y puede que esa unión,
sea tan solo una cuestión de hormonas,
pero también la música son solo
golpes en cuerdas
que despiertan notas.

Lo esencial es que la unión
despierta en el mundo cosas
que no sería posible
que despertaran solas.

Voy rebotando por los versos
como el borracho que rebota por las calles,
ritmo sediento, rimas penosas
y mañana…
palabras resacosas.

Voy rebotando por las calles
como el poeta que rebota por los versos,
whisky sin nombre, copas de prosa
y mañana…
el recuerdo de alguna chica hermosa.

Porque estoy triste te escribo y porque quiero pensar
cosas tristes esta noche, porque ya no puedo más:
una carta al infinito que nunca recibirás.

Sí, fue un crimen, no fue justo que te quisiera dejar:
Te marchaste en mil tormentas de silencio y soledad.

Yo te miraba en la sombra, yo te veía partir:
Te alejabas, te alejabas… ¡y te alejabas de mí!

Las lágrimas, los lamentos… Esos vinieron después,
en noches de estrellas negras, que las recuerdo muy bien.

¡Ay las olas de recuerdos de una noche que perdí!
Sensaciones endiabladas se apoderaron de mí.

Y te eché, lo reconozco, te eché porque estaba loco,
porque hay días en los que ni yo mismo me conozco.

Y ahora el viento de tus ojos, que ya nunca serán míos
me trae de la lejanía pensamientos tan sombríos…

¡Ay la dicha de tenerte abrazada junto a mí!
Nosotros que descubrimos lo que nadie imaginó.

En noches de soñolencias yo te lloro porque sí.
En esas noches terribles no me mato porque no,
porque, desgraciadamente, nadie se muere de amor.

De Tras de la huella (cuerpo y alma)
José María Romeu. 1971

Tenías eso que tiene
la gente como yo
una copa de más en la tristeza
y demasiados domingos por la tarde en el corazón.

Tenías los ojos que tiene
la gente como yo
los que miramos de reojo
porque de frente nos deslumbra la decepción.

Tenías esa sonrisa
que aprendí a poner yo
tras la que ocultar tantas veces,
incluso a nosotros mismos, el dolor.

Tenías, sí… tenías eso que tiene
la gente como yo
por eso enseguida, al conocerte, supe
lo que nos faltaba a los dos.

(Van pasando los años…)
Para los recuerdos lo lejos es imposible.
El tiempo llama a gritos pero no hay manera
de volver al otro lado.
La vida está partida
en momentos del pasado.
Los que se fueron no vuelven
y los que vuelven es que en verdad nunca se marcharon.
Los latidos lo marcan:
Silencio. Latido. Silencio.
Eso da igual para los que nunca se enamoraron.
Silencio. Mujer. Silencio.
Pasado. Latido. Pasado.
En la mano una sombra. Un temor en el pecho.
Ojalá nunca me hubieran besado.
Todo. Latido. Todo.
Todo termina acabando.
Como la vida, como las fotos de mi cuarto,
como las cosas que un día veo
y al siguiente creo que he soñado.
Los recuerdos están tan lejos…
Nadie ha logrado alcanzarlos.
Pero se siguen viendo, se siguen viendo
allí al otro lado
y siguen sonando y siguen oliendo
y siguen teniendo algo que contarnos,
siguen teniendo sabor a vida,
sabor a poder recuperarlos.

Silencio. Latido. Silencio.
Giro la cabeza. Cierro los ojos. Ando.
Me pongo la mano en el corazón.
Noto que me falta algo.
Son más largos los latidos
del que no está enamorado,
del que no tiene la vida partida
en mil pedazos,
del que no tiene millones de recuerdos
y trata de alcanzarlos.

La vida es Silencio. Latido. Silencio. Silencio. Silencio…
El silencio acaba siendo cada vez más largo,
hasta que ni siquiera los recuerdos
son capaces ya de despertarnos.

Demasiado tarde para amarte.
Los ojos son estrellas que se quedan quietas
y que solo se mueven cuando ya no arden.

Demasiado tarde para amarte.
Las tardes suelen ser más cortas que la vida
y, sin embargo, fue muy larga aquella tarde.

Demasiada tarde para amarte.
Demasiada al amar a quien la vida aleja
por alguna razón que solo el polvo sabe.

Demasiada tarde para amarte.
Los ojos son estrellas que no dicen nada.
No dicen nada pero parece que hablasen.
Los ojos son estrellas que solo se mueven
cuando, en verdad, ya es todo demasiado tarde.

Te marchaste sin decir lo que esperaba
como una nube pasajera que no llueve.
Huiste por aquellos caminos de nieve
por los que hace tiempo contigo paseaba.

Flotando en el aire se quedaron los besos
que yo, sin dudarlo, te habría regalado;
y esos mismos labios que te habrían besado,
esos mismos labios te maldicen posesos.

No se encontrará tu mirada con la mía.
Las horas serán días y los días años,
y ya mis labios siendo errantes ermitaños
buscarán una ermita para el nuevo día.

Créete que después de tan duro contratiempo
mi alma se ha internado en el mundo de la muerte
y aquel corazón que te pareció tan fuerte
hoy es carne débil marchita con el tiempo.

10.8.01 (17 años)

Todo eran sonrisas
hasta que ella vino
con sus ojos enormes
a mirarlo todo,
a enseñarme que la vida
no es solo lo que tengo alrededor.

Todo eran sonrisas
hasta que ella vino
a sacarme las lágrimas
que escondía en mi interior.

Todo eran sonrisas;
no hay más que ver las fotos.

Sí. Todo eran sonrisas
hasta que ella vino aquella noche
a empeorarme a mejor.

Todos maduraron.
Yo me divertí durante demasiado tiempo.
Huí de los reclamos de la vida
pero la vida no se cansó de seguir pidiendo.
Todo lo que fui tragando
no pensé que se fuera a quedar dentro.
Ahora parece que voy madurando
y voy entendiendo de qué va esto.

Todos maduraron demasiado pronto
o acaso es que yo fui el más lento.
Cuando descubrí la farsa de mi alegría
ya tenía muchas lágrimas al descubierto.
Me había dado cuenta de que la vida puede ser muy triste
si en vez de tener sueños tenemos sueño
y acabamos madurando como todos
y caemos del árbol sin recuerdos.
Todos maduraron demasiado pronto
dejando de un lado sus sueños,
cansados de una vida que no apetece,
mirando hacia atrás y viéndome riendo,
viendo al que maduró el último,
al que maduró más lento,
al que sigue ilusionado con cosas imposibles
y sigue confundiendo la vida con los sueños.