esas frases que nadie como yo te dirá
José Ángel Buesa

Me pasa con todo.
No solo con el amor.
No es que me moleste el éxito de otros,
es que siento que yo podría hacer lo mismo, pero mejor.

Ese mismo beso te lo habría dado cogiéndote la mano
y haciendo que te retumbara el corazón.

Esa palabra tan bonita
te la habría dicho mucho antes yo
y hasta te habría explicado su origen
y la habría rodeado de versos con mi voz.

Ese anillo… Buah, ese anillo.
Yo te habría dado uno menos caro, pero con más valor.

Y eso es lo que me pasa con todo.
Y no solo con el amor.
Y todo porque no me cabe en la cabeza
que para cada uno es distinto lo mejor.

Que a ti te intimida que te cojan tan pronto de la mano
y te duele cuando te retumba el corazón.

Y no te gusta que te digan que te quieren con poemas
porque al recitar es verdad que cambia un poco la voz.

Que para ti cualquier anillo que él te hubiera dado
a pesar de su precio habría tenido el mismo valor.

Claro que era eso. No le dabas a algunas cosas
la misma importancia que yo.
Y por eso a mí me importó tanto que te fueras con otro
pero a ti no.
Por eso yo sigo siendo uno
y tú eres ahora dos.

Porque tú entendiste que cada uno tiene su manera
de entender lo que es mejor.
Y yo no entendí que no siempre es lo mejor lo que uno quiere,
pero él sí lo entendió.

Nunca, nunca otros besos te besarán así
Sara Hübner

¡Cuánta gente advierte a quien le deja
que no encontrará un amor tan grande en otros!
Habla su corazón enrabietado
de que le dejen solo.

¡Cuánta gente amenaza al despedirse
con irse para siempre!
Pero se deja, simulando olvido,
el corazón por si vuelve.

¡Cuánta gente termina convencida
de que solo su amor fue el verdadero!
Y puede ser verdad,
pero lo cierto
es que da igual si fue el mejor:
el que realmente gana es siempre el tiempo.

¡Ay! ¡A cuántos encandila el tiempo!
¡Con qué facilidad se curan muchos solo con vivir!
El tiempo nos sabe decir siempre
exactamente lo que queremos oír.

Pero más valdría detenerse.
Comprender que solo ama el que sabe esperar,
al que no le importa haber desperdiciado amor con otros
porque eso no era realmente amar.

Aquellas tristes súplicas de tu corazón,
¿qué son ahora sino signos de interrogación?

Ha llegado el momento.
¿Por qué te cojo de la mano?
¿No sabe todo el mundo ya
que es peor dejar que ser dejado?

La decisión es mía
sé que quedaré yo como el malo.
No importa. Tú llorarás y yo disimularé
que por dentro me quedo destrozado.

Ha llegado el momento.
No es que no me hayas gustado,
es que el amor es terrible:
todo sale peor si estás enamorado.

Sí. La decisión fue mía.
Y si la tomé, sería por algo.
Pero ahora ya no estás y me parece
haber retrocedido a aquellos años.

No sé si me arrepiento…
Cada beso me recuerda que te alejé yo de mi lado.
Tú en cambio no te habrás arrepentido nunca,
cada beso desde entonces te habrá reconfortado.

Por eso, tú eres tan feliz ahora
y yo en cambio a veces tengo días raros.
Y aun así, al verme habrá a quien le complazca
que el destino se vengue y deje solos
a quienes vamos por ahí dejando a otros destrozados.

A una muchacha quizás muerta

Déjenme recordarla
José Ángel Buesa

Hoy te cogería de las manos suavemente
y te besaría como aquellas veces.
Olvidémonos de las promesas que no se cumplieron
Hoy hace justo cuatro años que sonó un “te quiero”.
Recordemos solamente ese instante
como si no hubiera pasado nada después ni nada antes.
Recordemos nuestros ojos en aquel momento,
sin un rasgo de dolor ni una gota de lamento.
Dejemos a un lado las noches absurdas
de dos almas que se quieren y no están juntas.
Recordemos. Solamente recordemos.
Cada uno en su cuarto o donde estemos.
Y así, otra vez, unidos por aquel te quiero,
quizás volvamos a encender la llama del amor verdadero
y, aunque sea de otros, porque ya no podemos amarnos,
quizás otra vez volvamos a enamorarnos.

No es nada raro. En la vida las cosas pasan:
la gente muere, los amores fracasan.
Y, a pesar de todo, el corazón sigue palpitando
como si no se diera cuenta de lo que está pasando.
Y seguimos sufriendo sin sentido
lo que debió caer en su momento en el olvido.
No hay nada que evite que estas cosas sucedan.
Los olores más amargos son los que se quedan,
como una lágrima en la tinta de un te quiero perdido,
como el olor de la tarde en que asumí
que ya te habías ido.

Porque estoy triste te escribo y porque quiero pensar
cosas tristes esta noche, porque ya no puedo más:
una carta al infinito que nunca recibirás.

Sí, fue un crimen, no fue justo que te quisiera dejar:
Te marchaste en mil tormentas de silencio y soledad.

Yo te miraba en la sombra, yo te veía partir:
Te alejabas, te alejabas… ¡y te alejabas de mí!

Las lágrimas, los lamentos… Esos vinieron después,
en noches de estrellas negras, que las recuerdo muy bien.

¡Ay las olas de recuerdos de una noche que perdí!
Sensaciones endiabladas se apoderaron de mí.

Y te eché, lo reconozco, te eché porque estaba loco,
porque hay días en los que ni yo mismo me conozco.

Y ahora el viento de tus ojos, que ya nunca serán míos
me trae de la lejanía pensamientos tan sombríos…

¡Ay la dicha de tenerte abrazada junto a mí!
Nosotros que descubrimos lo que nadie imaginó.

En noches de soñolencias yo te lloro porque sí.
En esas noches terribles no me mato porque no,
porque, desgraciadamente, nadie se muere de amor.

De Tras de la huella (cuerpo y alma)
José María Romeu. 1971

Te marchaste sin decir lo que esperaba
como una nube pasajera que no llueve.
Huiste por aquellos caminos de nieve
por los que hace tiempo contigo paseaba.

Flotando en el aire se quedaron los besos
que yo, sin dudarlo, te habría regalado;
y esos mismos labios que te habrían besado,
esos mismos labios te maldicen posesos.

No se encontrará tu mirada con la mía.
Las horas serán días y los días años,
y ya mis labios siendo errantes ermitaños
buscarán una ermita para el nuevo día.

Créete que después de tan duro contratiempo
mi alma se ha internado en el mundo de la muerte
y aquel corazón que te pareció tan fuerte
hoy es carne débil marchita con el tiempo.

10.8.01 (17 años)

Hoy te quiero
como si no te fuera a volver a ver.
Y eso es quererte a la desesperada,
como si no hubiera nada más en el mundo,
como si el viento pesara,
como si un día bastara
para saber lo que es la vida.

Hoy te quiero
como si no fuera a volverte a ver,
como habría querido a los que se fueron
sin despedirse,
con esas ganas que a uno se le quedan
de haber sabido el día antes que se irían.

Por eso hoy te quiero
como si no te fuera a volver a ver.
Te quiero en un momento
como no he querido a nadie en una vida.
Te quiero
y no me importa saber
que algún día será cierto
que dejaré de verte para siempre.
Porque hoy ya te quiero
como si nunca más te fuera a volver a ver.