Tenías razón
que yo te quisiera
no era razón para quererme.
Me mirabas como amiga
si me mirabas a la cara.
Qué quieres que te diga,
preferiría
que no me miraras.
Mis llamadas perdidas
estaban tan perdidas como mi alma.
Nunca las respondías
Nunca la acariciabas.
Tenías razón
que yo te llamra
no era razón para quererme.
Por mucho que yo me empeñara
tú no tenías por qué verme.
Cada vez que te cogía
de la mano la apartabas
por si acaso me creía
que por fin yo te gustaba.
Las poesías que escribía
cada tarde te las daba
y tú después las leías
pero no me contestabas.
Tenías razón,
que yo te escribiera
no era razón para escribirme
por mucho que te dijera
que estar sin ti era morirme.
Un día me escribiste
sin que yo te escribiera
dijiste que estabas triste,
que diéramos una vuelta.
Me cogiste de la mano
recitaste mis poesías
y tus labios preguntaron
si era verdad que te quería.
Tenías razón
que yo te quisiera
no era razón para quererme.
Pero a veces el amor
para unir dos corazones
no necesita razones.