Yo querría un mundo
en el que no nos miráramos todos de manera sospechosa.
Yo querría un mundo
en el que se pudiera confiar en los que mandan,
en el que no hubiera que olvidar cosas
para no pensar en ellas.
Yo querría un mundo
en el que no hiciera falta conformarse
con que el dinero lo mueva todo.
Yo querría un mundo en el que la cultura
no hubiera decepcionado a tanta gente,
un mundo donde no hubiera que leer mucho
para encontrar algo que merezca la pena.
Un mundo en el que la gente
siguiera leyendo poesía
y los poetas escribiéndola.
Un mundo en el que obras de arte raras
no fueran lo más caro en las subastas.
Un mundo en que lo bello fuera bello de por sí
y no hubiera que aprender cuándo algo es bello.
Un mundo donde no nos aburrieran
para que no pensemos,
ni nos divirtieran con música y juegos
para que tampoco pensemos,
un mundo donde lo apropiado no fuera
hablar de lo que otros hablan,
hablar de lo que nos hablan los que nos guían,
hablar de ellos
y no hablar de nosotros.
Yo querría un mundo
en el que la gente no se sintiera sola
y no hiciera falta el whatsapp
ni las redes sociales
ni viajar mucho para encontrar lo mismo en todas partes.
Un mundo en el que no hubiera que presumir
de lo ocupados que estamos
de lo tristes que estamos
de lo bien que nos controlan.
Yo querría un mundo
en el que tener tiempo para estar solo
no fuera condenado por el resto.
Yo querría un mundo en el que no existiera el resto.
Un mundo en el que lo inmediato
no fuera lo único creíble.
Un mundo donde se valorara lo que importa
durante más de una hora.
Un mundo en el que no se dieran por hecho
cosas sin sentido,
cosas que se sustentan por inercia.
Yo querría un mundo
en el que…
Yo querría un mundo.
Pero no sé si ese mundo ha existido,
no sé si existirá un mundo.