Yo me reiría un poco más.
Total
¿qué cuesta aparentar que te hace gracia?
¿Qué cuesta entusiasmarse?
Puede que tú ya no vayas a encontrar
la felicidad nunca.
Y nadie te culpa por ello.
Tu vida se ha empeñado
en destrozarte la sonrisa.
Pero ríete un poco más.
Total.
La mejor manera de vengarse
es devolviendo lo contrario.
Solo tienes que esconder
las rajas que al reírte
se abren,
más profundas cada día
en las comisuras de tu corazón.
Pero qué más da.
Total.
Ya tienes el corazón
lleno de rajas.
Y ya que hay que morir,
¿por qué no reírse un poco más?
¿Qué te cuesta aparentar
que la vida te hace gracia?
¿Qué te cuesta
disimular el sufrimiento un tiempo más?
Ríete todo lo que puedas.
Total.
Para divertirse un poco más,
para que sigas sufriendo,
la vida seguirá manteniéndote vivo.

¡Qué pequeño soy
cuando no valgo para nada!
¿Por qué entonces no desaparezco?
Si soy el umbral
entre la muerte y el nacimiento.
¿Por qué sigo aquí?
Si soy lo justo para sentir
que sobro y que molesto
y que es mejor para todos
si desaparezco.

¡Qué pequeño soy!
¡Qué pequeño!
¡Qué ganas de desaparecer!
Pero es que no valgo ni para eso.
Tan pequeño soy
que no me puede caber nada dentro,
pero algo tiene que haber
para que yo pueda sentirme tan pequeño.

Y ese algo es la esencia de todo,
la esencia que solo ven los pequeños,
los que podrían llegar a desaparecer por los demás,
los que asumen siempre que la culpa es de ellos,
los que consiguen que a pesar de todo,
el mundo siga pareciendo bueno,
los que hacen que tanta gente se sienta grande
gracias a que ellos son tan pequeños.