Que yo no tengo un pueblo que cantar
ni el olor de una casa en la ribera.
Que yo soy de la ciudad
y de las carreteras.
Que no tengo recuerdos que contar
bajo la sombra de una enredadera.
Que mis suspiros son gas
y mi llanto sirenas.
Que sueño con relámpagos de mar
y con los pastores y las ovejas
y quisiera caminar
sin camino y sin huellas.
Que no enseñan los móviles a amar
como los dulces pétalos lo enseñan
y nadie sabe nombrar
sin luz a las estrellas.
En mis versos jamás se encontrarán
las recónditas tierras de un poeta,
mas mi voz de otro lugar
escribiré en las piedras.
Enseñaré a amar
y a cantar a la belleza
y os enseñaré a apreciar
del mundo la esencia.
¡Oh, poeta de ciudad
sin recuerdos y sin tierra!