Ella no tenía azules las pupilas
ni los labios de un rojo encarnado
Solo tenía una sonrisa muy dulce
y una flor en cada mano.

Ella no cantaba todas las mañanas
ni siquiera sabía tocar el piano
No sabía nada de pintura
y tenía el pelo castaño.

Sus suspiros no volaban por el viento
se quedaban encerrados en su cuarto
y sus lágrimas no llegaron nunca al mar
porque antes naufragaron.

Así era ella, normal y buena,
esperando, siempre esperando
como todas las chicas que en los versos
se siguen consolando.

Así era ella, una de tantas
buscando por la vida, buscando algo
y mientras conformándose con lo que hay
conformándose mientras tanto

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