Ella no tenía azules las pupilas
ni los labios de un rojo encarnado
Solo tenía una sonrisa muy dulce
y una flor en cada mano.

Ella no cantaba todas las mañanas
ni siquiera sabía tocar el piano
No sabía nada de pintura
y tenía el pelo castaño.

Sus suspiros no volaban por el viento
se quedaban encerrados en su cuarto
y sus lágrimas no llegaron nunca al mar
porque antes naufragaron.

Así era ella, normal y buena,
esperando, siempre esperando
como todas las chicas que en los versos
se siguen consolando.

Así era ella, una de tantas
buscando por la vida, buscando algo
y mientras conformándose con lo que hay
conformándose mientras tanto

He amado cada letra que no estaba en tu nombre.
He amado cada día que no me recordaba a ti.
He amado cada palabra que no me decías,
que me decían otros, que me decían otras.

He amado los lugares donde no estuve contigo
He amado el olvido de las noches sin pestañas
He amado las mentiras que no te recordaban,
que me recordaban a otros, que me recordaban a otras.

He amado el ruido de las calles sin sentido,
He amado el día en que te dejé de amar
He amado el día en que nos fuimos de repente
y vinieron otros, y vinieron otras

He amado tantas cosas por dejar de amarte…
He creído tantas cosas por apartarte de mí…
He esperado tanto tiempo a que te fueras de mi lado…

Y aún sigues aquí, tan lejos que no importa
y seguirás siempre allí, siempre clavada,
aunque te maten otros, aunque te maten otras
allí clavada
aunque el mundo se resista a aceptar
que yo estoy hecho para ti.

Algunos…muchos dicen…dirán que la vida es un camino,
un río que fluye, una esperanza
Yo…ahora, no creo moverme,
no percibo el horizonte
Si el mundo de verdad es un camino
yo estoy quieto
y no hay nada más terrible
que ver al resto quietos a mi lado
haciendo que se mueven,
mirándome de lejos desde cerca,
andando hacia ninguna parte
con la vista perdida
en un horizonte
al que algunos…muchos dicen…dirán que han llegado.

Así me quedé,
con la sonrisa hueca del que llora emocionado.
Así me quedé,
con las lágrimas vacías del que recuerda el pasado.
Así me quedé
después de aquellos años.

Así me quedé.
Me quedé riendo.
Así me quedé.
Me quedé llorando.
Como el que nota una flor
que le está brotando.

Así me quedé,
llorando pero riendo,
riendo pero llorando.
Con la tristeza de un poeta
y con la alegría empezando.

Si hubiera sido ayer, quizás aún,
pero hoy ya no, no sé qué me ha pasado.
El amor se acaba. Era verdad
que se puede quedar para siempre olvidado.

Si hubiera sido mañana, todavía,
pero hoy no, de repente hoy te he odiado
y cuando menos quería saber de ti,
justo, después de tanto, me has llamado.

Si hubiera sido luego, quizás, no sé,
en tu ausencia te habría perdonado
pero en este preciso instante
tu voz me lo ha recordado.

Si hubiera sido ayer, quizás, aún
me quedara algo de amor desorientado.
Si hubiera sido mañana, todavía
podría haberlo recuperado.

Pero hoy no. No es ni tarde ni pronto.
Tu corazón simplemente ha llegado
cuando no tenía que llegar y eso es todo
lo que bastaba para apartarte de mi lado.

Por las noches ya no cantan
los pájaros en mi cuarto.
Se oyen los coches que pían
de vez en cuando.
Por las calles de mi cama
no pasan flores ni carros.
Solo pasan transeúntes
de vez en cuando.
Yo los oigo mientras sueño
y los sueño mientras paso
por las calles que me crecen
en el cráneo.
Y los mezclo con fantasmas
de cascabeles y nardos.
Yo quisiera oler las flores
de esos campos.
Se me cansan las pestañas,
se me cansan de andar años,
No me basta con mi calle
¡quiero arrancarme el asfalto!
Oigo el ruido por las noches
de la ciudad bostezando.
Tiene una señal que dice
¡Prohibido besar mis labios!
Por la calle de mi cama
pasan pétalos llorando
cada dos en una moto
sin el casco.
No me basta con mi calle
¡Yo quiero probar el pasto!
Quiero ser antes, no ahora,
¡quiero lijarme las manos!
Por la calle de mi cama
sigue quedando algún árbol.
Se me van cayendo almohadas
mientras ando.
En la calle de mi cama
siempre me acabo acostando
bajo sábanas de trigo
sobre colchones de asfalto.
Y me duermo, sí, me duermo
y horas después me levanto
cubierto entero de polvo
como un libro, amordazado.

Me crece el pecho en sueños
y sin temor a nada te amenazo:
te mordería con dientes de besos
si no me contuvieran los párpados.

La furia de ser hombre me embravece:
te cojo de la mano y te la arranco
De tu muñeca fértil van cayendo
noches, sangre y mis labios.

No cabe el corazón por la muñeca
Me salto tus mejillas y las abro
Y al despertarme en ellas miro al techo:
quiero soñar algún día sin párpados.