Y ahora veo que su ausencia
no era solo perderla,
que su ausencia no era solo
dejar de tenerla cerca,
que era noches indefenso de caricias,
que era páginas en blanco
o llenas de tonterías,
que era ir olvidándola poco a poco
hasta no recordar ni en qué pensaba
antes de estar solo.
Si llego a saber lo que su ausencia sería,
me habría pensado más veces
besarla en esa plaza, aquel día,
sabiendo como sé después de tantas melodías
muchas veces diferentes, pero tantas veces parecidas,
que lo que no separa el tiempo lo separa la vida
y que echar de menos
es solo el ruido que hace al despertarse la rutina.