Dominamos la física.
Tiramos un calcetín
y cae justo
donde queremos que caiga.
Nos sentamos en el lugar exacto de una silla
con el centro justo
entre nalga y nalga.

Dominamos la física.
Aparcamos sin problemas muchas veces,
le damos la velocidad precisa
a las cosas que hace falta.
Nos aprendemos de memoria
largas listas de palabras.

Dominamos sin duda la física.
No hay más que observar una pantalla.
Encendemos la luz cuando queremos.
Nos secamos con una toalla.
Nos tapamos si hace frío
y nos bronceamos en la playa.
Hacemos rimas consonantes
y el oído disfruta al escucharlas.
Incluso hacemos canciones con la boca
y sacamos ritmos
de los objetos con menos gracia.

Dominamos la física. No hay duda.
Y muchas ciencias más. También la magia.
Sí. Controlamos muchas cosas;
hasta el más inútil es capaz de controlarlas.
Pero aún hay algo que nos falta dominar,
después de tanta noche a ello dedicada.
Todos lo sabemos:
nos falta, sin duda, dominar el corazón,
pero ahí nadie se salva.

Un pensamiento en “

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