Luego estamos los que preferimos imaginar
antes de pensar que no somos nada,
los que creemos que esa extraña sensación
que nos invade todo el cuerpo cuando el verso ataca
es algo,
aunque de momento solo ayude cuando embriaga.

Pero, claro, esos somos los que estamos luego,
los que podríamos huir de una mirada,
los que tocamos el aire y recordamos
lo que éramos cuando solo éramos alma.

Estamos luego porque un día
vale para nosotros como una vida que no acaba,
porque al escribir en verso hay un segundo
en que entendemos toda la existencia humana.

Estamos luego porque al comparar la vida
con un segundo de convertirse en solo alma
nos es difícil entender
a los que ansían una vida tan horriblemente larga.

Estamos luego porque no nos importa estar luego,
porque aún nos corroe la curiosidad humana
de saber por qué no es posible
capturar esos segundos y ser más tiempo almas.

Estamos luego porque buscamos el amor perfecto,
porque sabemos que la manera más parecida de prolongar esos segundos
es cuando se ama.

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