Sé que en el lugar que sea
estarás orgullosa de mí por olvidarte
Elvira Sastre

¿Te acuerdas de que te dije
que no pasaba nada por que lo dejáramos,
que todos los amores se superan?
Pues sí, lo superé. Supongo que tú también,
aunque hayas tenido como yo muchas noches de impaciencia.
Al final hasta me alegré
de haberme dado a tiempo cuenta.
Me alegré, sí,
quererte era llevar la vida a cuestas
y cuanto más cargada de tristeza estaba
más me creía que podía con ella.

¿Te acuerdas de que te dije
que no hacía falta enfadarse,
que era mejor acabar de buenas,
y que aunque al principio nos costó dejar de querernos
pronto nuestros labios se convirtieron en piel demasiado seca?
Pues sí, fue lo mejor
y creo que para olvidarse poco a poco no hay mejor manera.

¿Te acuerdas de que te dije
que pronto encontraríamos a alguien cada uno
que de verdad mereciera la pena?
Pues yo la encontré, sí,
y me enteré de que tú encontraste a alguien también,
aunque al principio nadie quería que lo supiera.
Y ya todo pasó
y ya solo me acuerdo de ti por algunas fechas.

Pero ¿sabes en lo que no caí entonces?
En que si pude superar nuestro amor
es porque de verdad todos los amores se superan.
Por eso ahora he perdido esa forma de querer
en la que me siento más fuerte que la vida y la llevo a cuestas.
No sé si será bueno o malo,
pero como te quise a ti ya no creo que quiera,
con ese empeño irreflexivo de que todo salga bien
que es capaz de llevarse por delante a la imprescindible tristeza.

A veces querer es la opción más fácil.
No nos llevamos bien, pero te quiero.
Ahora no nos apetece besarnos,
pero eso ya lo hablaremos luego,
que ahora no me apetece estar
un mes echándote de menos.

A veces querer es la opción más fácil.
¿Qué más da que nuestra relación sea peor que la de ellos?
Hemos conseguido aprender a aparentar
que nos queremos,
lo que sea para que no nos vuelvan a recriminar
que seguimos solteros.

A veces querer es la opción más fácil
y no importa lo que digan los recuerdos.
Ellos conocen como nosotros nuestro miedo a estar solos
y a ser distintos al resto.

A veces querer es la opción más fácil
en este mundo en el que demasiados tequieros
se dicen por temor a estar
vergonzosamente solteros

Ahora ya en serio.
No me hables de poesía.
No me hables ni de ritmo ni de falta de emoción.
No me digas que tus versos son poesía.
Que el vacío que me dan cuando los leo
es muy distinto
del que sentí el día que ella me dijo adiós.
No me hables de estructuras,
ni de rimas sin color,
que en ellas no cabe ni el trozo más pequeño de mi alma
ni encuentra un rincón donde esconderse del mundo mi corazón.

Con lo difícil que es imitar
y nos pasamos la vida imitando.
¿Para qué repetir el mismo amor
que, por mucho que nos duela, fue un fracaso?

¿Por qué repetir las tardes
que tanto nos engañaron?
¿Para qué seguir creyendo
que es posible cambiar algo?

No imitemos.
Ya sé que es difícil romper con nuestro pasado,
de la misma tonta forma que se sigue queriendo
a quien nos dejó destrozados,
pero hay que seguir adelante,
porque la vida es simétrica si repetimos nuestros pasos,
pero si seguimos adelante
será una oportunidad nueva a cada nuevo paso.

Si es que lo difícil es imitar.
Con lo fácil que es seguir andando.
Pero qué difícil es creerse
que se puede ser el mismo, a pesar de haber cambiado.
¡Qué manía tenemos
con intentar siempre lo mismo aunque sepamos que es lo malo!
Con lo fácil que supongo que será
ser uno mismo y seguir avanzando.

No me mires así.
Yo ya no puedo hacer nada.
Podría decirte que ya no te quiero,
pero hay verdades que, por si no lo son,
es mejor no nombrarlas.

Sé que antes podía
hacer realidad todo lo que me susurrabas,
pero era porque quería,
porque entonces no ser yo no me costaba nada.

Así que ahora no me mires así.
Tus ojos ya no son las ruedas de mi alma.
Mi alma ahora sabe andar sola,
a pesar de que nunca había estado mejor acompañada.

Y tú,
busca al que sepa aguantar tu mirada,
al que sepa seguir siendo él
aunque tengas ojos que atraviesan almas.

Pero si soy capaz de saber que te pasa algo
aunque me escribas exactamente lo mismo que otros días.
Cómo quieres que no note en tus ojos
que te he dicho algo que no debía.

Si soy capaz de detectar manchas
en el vaho que dejas en la ventanilla del coche.
Cómo quieres que no note en tus ojos
que un «para siempre» excluye irremediablemente algunas noches.

Si soy capaz de morirme
para estar seguro de empezar de nuevo.
Cómo quieres que no agache los ojos
y torture, hasta encontrar al culpable, a mis sentimientos.

Soy capaz de todo.
No te calles, por favor, ni empieces a mirar de lado.
Mírame a los ojos y dime qué te pasa
que haré lo que haga falta para solucionarlo.

Me va quedando poco corazón.
Lo voy notando.
Por eso que no se lo dejen otros
me enfada tanto.
Tengo extrañas palpitaciones
que no tenía hace unos años
cuando aún no había arrancado con palabras
tantos sentimientos enquistados,
como si el alma no encontrara lo que busca
en el sitio de siempre al estirar la mano.

Me va quedando poco corazón
No sé si debería terminarlo.
Me da miedo que no quede ningún otro
que al escribir trate de transmitir algo,
que con un solo verso dé ganas de vivir,
aunque el verso sea triste y no sea largo,
alguien que de verdad tenga algo que decir
porque sabe dónde tiene los sentimientos clavados.

Me va quedando poco corazón…
¡Qué poco corazón me va quedando!
Lo noto con solo ponerme
en el pecho la mano.
No sé si algún poeta podrá ya devolverme
aunque sea un pequeño pedazo
de todo lo que por entender la vida
yo me he ido arrancando.

Lo descubrí por esas fiestas
de las que solía salir triste porque no había gustado a nadie.
Lo descubrí cuando una me dijo
que se había fijado en mí en esas fiestas
en las que yo miraba a todas partes.

Descubrí que casi todo depende de nosotros,
de cómo queremos que la vida nos trate,
de cómo queremos responder al mundo
sabiendo que el mundo sabe lo que sabe.

Y así dejé de creer que lo sabía todo,
dejé de sentirme mal por querer creerme demasiado poco importante.
Empecé a darle importancia a quién era yo
y empecé a concentrarme en lo que de verdad
tenía algún dato que aportarme.

Y así vi tus ojos.
Y así me atrapaste.
Y así comprendí que para entenderlo todo
no hace falta mirar a todas partes.

Y así ahora siendo el mismo
voy mirando al suelo por la calle
temiendo gustar a alguien que me mire
porque ahora solo a ti quiero gustarte.

Todo depende de nosotros,
pero a veces qué difícil es sentirse importante
si no viene alguien que nos quiera
y, para que sintamos que importamos, siempre nos acompañe.

Hate me for all the things I didn’t do for you
Blue October

Ódiame por las pocas cosas
que no he hecho por ti.
Sí, ódiame si quieres por eso.
Ódiame porque te lo prometí,
pero aún no te he bajado todas las estrellas del cielo.
Ódiame porque hay partes del día en que no estoy contigo.
Ódiame porque a veces duermo.
Ódiame porque no siempre apareces tú
en mis sueños.

Pero no me odies
por ser demasiado bueno,
que ya se encarga el mundo
de odiarme por eso.
No me odies porque me preocupe tanto por ti.
No me odies porque a veces tenga celos.
No me odies por meter la pata acordándome de una fecha de más,
por regalarte cosas en días que no debo.
No me odies porque piense tanto en el futuro
y el pasado me parezca lo de menos.

Ódiame si quieres porque no estuve contigo
cuando me fui a comprar un anillo en mal momento.
Ódiame porque a veces me basta con mirarte
y me quedo callado como un tonto y no te contesto.

Pero no me odies por quererte.
No me odies por echarte tanto de menos.
No me odies por decirte demasiado pronto
que te quiero.

Ódiame por las pocas cosas que no he hecho por ti,
por no haber sabido parar el tiempo,
por haber creído que quererte
bastaba para demostrarte que te quiero.

Pero no me odies por querer convencer a tu corazón
cuando ni siquiera puedo controlar mis propios sueños.
No me odies por enamorarme de quien no debía,
que ya me encargo yo de odiarme por eso.