No hay nada más terrible para mí
que un viaje.
Y entonces ahora pienso:
¿Para qué inventaron
los vuelos, las esperas,
las ganas de llegar muy lejos,
el ansia de llegar a conocer personas
que solo conoceré
porque quisieron ellos.
¡No más viajes, por favor!
Que voy sintiendo
que mi alma no da más de sí
en este mundo tan pequeño.