¿Cuántas veces me dará tiempo a decirte que te quiero?
¿Cuánto dura la vida?
¿Cuántos días exactos estaré a tu lado?
¿Cuánto durará esta alegría?
Mejor no contar las horas.
Mejor no hacer cálculos en días.
Porque el amor tiene ese don extraño
de hacer que todo acabe durando más de lo que parecía,
de que las horas que pasaron en segundos
al recordar se claven en el alma como días,
como noches en que no estuve a tu lado
aunque en mi pecho apoyada te dormías.
Por eso es mejor no calcular el tiempo ahora,
que no quiero perderte un día
y ver que también perdí la cuenta:
que llegué a quererte más de lo que creía.
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