Estos son dos poemas verdemente inspirados en Lorca que escribí hace ya algún tiempo:
¡Dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Federico Gª Lorca
–¡Dime que me quieres!
–No me dejan tus ojos.
–¡Dime que me adoras!
–No me dejan tus lágrimas.
–Dime que me amas.
–No me dejan tus suspiros.
–¿No me lo dices?
–No, porque eres verde
y tus ojos son verdes
y tus lágrimas son verdes
y tus suspiros son verdes.
***
–¡Dime que me quieres!
–No me deja el corazón.
–¿Entonces no me quieres?
–Sí te quiero, amor.
–¿Aunque mis labios sean verdes?
–A pesar de su color.
–¿Y por qué no me lo dices?
–Porque mis palabras no lo son
Verde viento. Verdes ramas.
Federico Gª Lorca
La sangre es poesía roja,
roja y llena de batallas.
Líquido de amor cansado
y de falsas esperanzas.
La sangre es poesía roja,
roja de vergüenza rara
de la vida adolescente
y el pudor de sus palabras.
La sangre es poesía roja,
roja de muerte lejana,
que, regando el corazón,
quiere con furia alejarla.
La sangre es poesía roja,
roja cuando se me escapa
y la veo ennegrecer
como el miedo de la nada.
Mi poesía es sangre roja,
roja de absurdas palabras
y roja de los latidos
que arremeten contra mi alma.
Mi poesía es sangre roja,
roja y roja en mi garganta.
Yo me limito a escupirla
y a releerla sin ganas.
Mi poesía es sangre roja,
pero tú eres viento verde,
verdes ramas de esmeraldas;
verdes son tus labios tenues.
La sangre es poesía roja
y tú, verde, no la entiendes.
Mi poesía es sangre roja
y aun así, verde me quieres.
Cuanto más busco en el verde
más me desangro en palabras
y más me acerco a la muerte
muy roja sin tu mirada.