Se fue yendo despacio
acostumbrando mi corazón a la tristeza.
En su larga enfermedad
nadie me dio más amor sobre la tierra.
Se fue yendo despacio,
tan despacio que aún parece que estuviera.
Tan despacio se fue
que la muerte se convirtió en su compañera.
Fue cayendo en el dolor para adecuarme
a cualquier sufrimiento que alguna vez tuviera.
Se posó suavemente en los brazos de la muerte
para que nunca en su recuerdo la temiera.
Y ahora en mis sueños
noche a noche silencioso entra
y me roba con su sonrisa tan mía
poco a poco los pedazos de tristeza.
Y para que no llore
me recuerda
cuando los dos nos guiñábamos el ojo
y nos poníamos aquella cara de extrañeza.
Y me hace vivir otra vez
los momentos que jamás pensé que volvieran
y me hace sentir otra vez
que en alguna parte, qué más da dónde,
mi padre seguirá siendo el que siempre era
Es preciosa. No quiero decir mucho más para no estropear el sentimiento que ha creado. Un saludo.