¿Por qué te da pena
no haber estado conmigo cuando estuve triste?
¿No te das cuenta de que ahora estás,
ahora que era más fácil que todo empezara a confundirse?
Sí, lo pasé muy mal.
Te habría abrazado como cuando uno aún cree que es evitable despedirse.
Mis lágrimas te habrían parecido granizo
de lo fuerte que lloré para entender lo que es morirse.
Pero no importa. Eso pasó.
Parece que fue suficiente con lo que hice.
Conseguí estirar la pena para que, aun durando más,
cada día fuera una dosis asumible.
Y cuando ya empezaba a ser demasiado larga,
cuando ya estaba harto y empezaba a arrepentirme,
cuando cada día era una prueba más de lo tonto que es vivir,
apareciste.
Por eso, que no te dé pena
no haber estado conmigo cuando estuve tan triste.
Tenía que superarlo yo solo
para que tú llegues ahora con fuerzas para revivirme.
Lo pasé mal, sí.
Te diría que fue terrible.
Pero que no te dé pena.
Quédate con que no hay nada imposible.
Quédate con que estás con la persona que te querrá para siempre
porque ni la muerte fue capaz de destruirle.