Así de claro, era simplemente
tener paciencia.
Era solo esperar
Y no, como yo, tratar al tiempo con violencia.
No era que quisiera mal,
que fuera torpe, que no valiera,
era solo hacer lo mismo,
pero dejando noches entre medias.

Así de claro.
Era tener paciencia,
como al fin y al cabo he aprendido a tener en todo,
como la vida me ha obligado en otras cosas a tenerla.

Era esperar
a que pudiera entenderme, pero cuando ya me conociera,
a no querer que comprendiera al instante mi vida
cuando yo llevo una vida intentando comprenderla.

Ahora que ya me conoce
y es más lista que yo, o al menos no tan terca,
sabrá cómo mantenerme feliz
cuando yo empuje hacia abajo para que se me desborde la tristeza.
Sabrá cuándo debo hacerlo todo
sin que por ello mis decisiones dejen de ser buenas,
sabrá cómo hacerme aprovechar mis talentos
porque solo ella ha conseguido que entienda la paciencia.

Ahora que me conoce,
ahora que por fin me conoce alguien desde fuera,
siento como si empezara a tener
posibilidades nuevas,
como cuando se gana algún objeto en un juego
y se le da la vuelta a la partida entera,
y se pueden explorar nuevas pantallas,
y se puede abrir por fin aquella puerta.

Ahora ya me conoce.
Es la primera vez que alguien escucha los sonidos
del principio de mi lengua,
los que siempre he conseguido frenar
antes de que alguien pudiera escuchar más de la cuenta.

Ahora por fin alguien sabe de verdad cómo guiarme.
Por fin alguien sabrá expresar
lo que yo ya no puedo con las pocas palabras que me quedan.
Ella sabrá cómo usar las palabras
que yo deseché porque no sabía cómo unirlas para que no mintieran.

Ahora que me conoce
miro por fin de frente a la vida entera
y me pongo chulo como cuando era pequeño,
ahora que sé que si la vida me hace algo
puedo chivarme de todo a ella.

Ahora ya me conoce
y puede explicarme por qué a veces no gustan mis cosas buenas,
puede explicarme cómo soy,
igual que como yo lo hago,
pero mirándome desde fuera.

Parece raro, pero es más difícil
cargar con una vida que con dos.
El amor tiene estas leyes
para las que solo la poesía ha dado a veces una explicación.
Luego se ven esas parejas
para las que es tan sencillo el amor
y uno piensa qué hace mal,
por qué en algo tan bueno no le sirve de nada buscar siempre lo mejor,
por qué le atrae esforzarse tanto,
incluso sabiendo que aquí es más fácil meter la pata por exceso de ilusión,
por qué la vida le enseña reglas a uno
que luego se dan la vuelta cuando uno se convierte en dos,
y justo cuando uno empieza a creer que entiende esas reglas
empieza a ver que la otra persona no las cumple
el corazón.
Y se queja y protesta y se resiente
y, aunque uno intenta esconder sus gritos bajo el dolor,
no se puede y al final cae todo
cuando dormirse triste era ya una feliz señal
de que se iba en la buena dirección.

Es entonces cuando uno se da cuenta
de que haberlo dado todo no ha sido al final lo peor,
que lo malo viene ahora cuando ya sin fuerzas
inesperadamente cuesta más cargar con una vida que con dos,
como si pesara el vacío,
como si los recuerdos se nos fueran agarrando al pantalón,
como si no ser queridos
fuera menos malo que ir dejando atrás el dolor,
como si un sí, da igual de qué manera,
pesara siempre mucho menos que un no,
como si fuera verdad que el olvido al fin y al cabo
es una carga más pesada que la decepción.

Pero no tengas miedo
de ser lo que siempre has sido sola
conmigo.
Yo soy yo.
Nadie me ha tenido nunca miedo.
Sé tú misma,
que yo casi nunca me enamoro solo de lo que veo.
No tengas miedo de enfadarte conmigo por la mañana,
de quejarte si no te entiendo,
de protestar encima de que voy a buscarte al fin del mundo
porque vengo algo nervioso y con un poco de mareo.

Sé tú misma.
No tengas miedo,
que no solo quiero que me quieras y me admires,
lo quiero todo de ti, quiero también que me odies sin motivo,
que de repente sin saber por qué
no quieras que volvamos a vernos.
Quiero que explores todas las partes de ti,
que recorras todos los rincones de tu cuerpo.
Lo quiero todo de ti,
quiero que den su opinión todos tus sentimientos.
Y así cuando me quieras
no me importará que hable mal de mí uno de ellos.
Y así cuando me odies
sabré a cuál acudir para que no nos enfademos.

Por eso, conmigo sé tú misma,
ponte de mal humor sin miedo,
que yo sabré a qué hacer caso cada vez,
encontraré el mejor camino para que sepas que te quiero.
Saca lo peor de ti,
si eso harías si no estuviera yo en medio.
Atraviésame con la mirada,
que ya encontraré yo una manera
de abrazarte sin cuerpo.

A algunos les gusta la poesía
Wislawa Szymborska

¿Por qué no te gusta la poesía?
¿Qué no te hicieron de pequeño?
¿Quién no te decepcionó?
¿Quién te dio el beso cuando debía?
¿Quién no te enseñó la lección?

¿Por qué no te gusta la poesía?
¿Es que no ves que algún día morirá
incluso el que todavía no murió?
¿No ves que aunque el amor podría ser eterno
generalmente nunca es eterno el amor?
¿Quién te enseñó a aceptarlo todo?
¿Quién te echó aceite en la garganta
para que se te resbalara la voz?

¿Por qué no te gusta la poesía?
¿Quién le quitó a tu tristeza el dolor?
¿Quién no te ofreció un verso
cuando era lo que más necesitaba tu corazón?

¿Por qué no te gusta la poesía?
O quizá debería preguntar
por qué la necesito tanto yo,
qué me hicieron de pequeño,
quién me decepcionó,
quién me dio un verso cuando no debía,
quién se fue sin darme un beso cuando se murió.

¿Por qué me gusta tanto la poesía?
Quizá aprendí demasiado pronto la lección.

Poesías y lágrimas en zapoteco

Aquí presento algunos fragmentos de poemas de Poesías y lágrimas traducidos por @DizhSa al zapoteco, lengua de México (¡Gracias!):

Quety xi nadiru maru joz Masque chunialiu, tyen quën liu duzhru ybana gal rzhiby

No hay nada mejor
que estar contigo
porque contigo
es menos triste tener miedo …


 

Galruan na zicy chi rtyug buny bzhugnani, gal Nguni na rbeguan buny xi xteni, as rdyenyi steiby. Ndiebaga

Llorar es como cortarse las uñas
La tristeza es deshacerse de cosas
que luego siempre vuelven a crecer. No hay duda …


 

Locni queity nazacdi queity rbezdi rcaz buny orgai Zezag rcaz buny.

Lo malo es que no se deja de querer en un momento.
Se sigue queriendo.


 

Lidyizyu gunyu yzeiny lai laztua chindilaza nu tu ycazna.

Solo tú eres capaz de hacer que en el fondo de mi alma
pueda llegarme a creer que alguien me quiera.


 

Rcaza liu Queity rcazdya gacbia zu zhi Cwez gana loo rata zhi. Nazhi al rcaza liu, zicybaza queityru chuzhi gana loo

Te quiero
y no me importa saber
que algún día dejaré de verte para siempre.
Hoy ya te quiero
como si nunca más te fuera a volver a ver.


 

Mas rzuniëng liu Zezag ru guet zienydan gwel ni bzalrëng liu Par chistiu queity rzacngalnedyui

Aunque te pisaban,
tú seguías poniéndote debajo.
Tantas veces te tiraban
que levantarte ya no te costaba trabajo.


 

Bal gatya, chiru a? Queity ycazu naa zicy queity nu Zac gaxliu. Bcaz naa mas queity nuzac gaxliu

Y si me muero, ¿qué?
No me quieras como si el mundo fuera bueno,
quiéreme aunque el mundo sea malo.


 

Nii rawa chat ni rliu queity rzalodi. Xmoda runya xjab cwiaxneza galambany chiru queity salodi zicy.

Por eso doy besos que parece que no empiezan.
Es mi manera de concentrarme para resolver la vida
y que así no empiece, y que así no muera

 

 

 

 

 

La vida es imperfecta
e inexplicable
se empieza a comprender
cuando ya es tarde.
Y no se puede
hacer entonces nada
porque se muere.

La vida es imperfecta
y nunca hay nadie
que dé alguna respuesta,
que explique el hambre.
Y yo no puedo
seguir viviendo así
porque me muero.

La vida era imperfecta
y no hubo nadie
pero llegaste tú
y aún no era tarde.
Y tú sí puedes
hacerme comprender
que no se muere.

La vida es imperfecta
hasta que llega
quien puede responder
sin dar respuestas.
Y así ahora puedo
saber que nunca es tarde
aunque esté muerto.

Las palabras escuecen más que las lágrimas…
y la ausencia y el olvido.

El alma aprendió a llorar
pero no aprendió a olvidar lo que se ha ido.
El corazón fue haciendo caso a las palabras
que el recuerdo le susurraba al oído.

Ni las palabras pueden aliviar
el dolor de un corazón herido.

Con la ausencia se arrugó el alma
y el corazón entró en los días
en los que ya no importa nada.
Los párpados se fueron cerrando
rodeados por cientos de lágrimas,
dejaron de ver lo que un día
puede que se llamara esperanza.

Y la soledad acecha
al que está enfermo de nostalgia.
Y el enfermo cree
que la soledad es la única esperanza.

Puede que dolieran,
sí, puede que escocieran aquellas lágrimas,
pero no hay arma tan poderosa contra el corazón
como la poesía, como las palabras…
como los versos que uno mismo se escribe
para intentar comprender por qué
ya no importa nada.

Me gusta la gramática.
Y por eso me gusta la poesía.
O al revés.
Me gustan las palabras milimétricas,
las que con precisión miden
la longitud de la garganta,
el tamaño de mi corazón,
la nitidez de los matices,
las deícticas terribles diferencias
entre los pronombres «tú» y «yo».

Me gusta la poesía.
Y por eso me gusta la gramática.
O al revés.
Me gusta controlar
todos los rasgos que se esconden
detrás de los símbolos escuálidos
a quienes confío mi alma,
a quienes dejo mis recuerdos
como unos padres a su hijo
en su primer día de guardería, fuera de casa.

Por eso me gusta la gramática.
Por eso me gusta la poesía.
Porque cuanto más froto mi tiempo sobre ellas
más nítido veo el reflejo
de lo que se esconde en su interior,
en mi interior,
en mi gramatical ternura,
en las minúsculas sintáctico-semánticas partículas
de mi poético y a simple vista inexistente
instinto de amor.
O al revés:
amor por el instinto
de los poéticos sintagmas
que me permiten disfrutar de la tristeza de ser yo.

Después de haber amado tanto
parece como si tuviera pinchazos en el alma
y siento la pereza del sudor
que he perdido en mis lágrimas.
Parece que el corazón
también por el amor se cansa:
horas de carrera loca,
kilómetros de esperanza.
Después de tanto amor me quedan
suspiros sin sabor, la voz cansada
y dos labios como uñas
que ya no sienten nada.
Las estrellas se entrometen,
la luna últimamente está pesada.
Las poesías como las rosas
huelen a piedra quemada.
Pero existe algo
más allá de mi cansada alma
porque a pesar de todo siento
ganas de volver a temer la madrugada.

A veces se me escapa
querer casarme contigo.
Y tú te asustas.

A veces se me escapa
amarte siempre.
Y tú te asustas.

A veces se me escapa
pensar que no me quieres.
Y tú te asustas.

Y por dentro se te escapa amor
que nunca estuvo,
creer que era verdad que yo existía.

Y te asustas porque el tiempo
me ha traído antes,
antes porque para ti
cualquier momento
habría sido antes,
cuando ya pensabas
que nadie jamás te asustaría
con palabras locas
que se le escaparan de la boca
como si fuera verdad
la vida.