Hay recuerdos que se van yendo poco a poco.
Y hay recuerdos que mueren de repente.
Se sabe así que no van a volver nunca,
pero no se sabe bien adónde van cuando se mueren.

Hay recuerdos que se matan,
pocos, porque los recuerdos saben bien cómo defenderse,
pero hay recuerdos que se matan
y no vuelven.
Y no vuelven… ¿o sí?
Vuelven como fantasmas, ahora con sabor a muerte,
con sabor a que la vida no es ya la misma
a que falta algo aunque ya no se recuerde.

Hay recuerdos que no se van yendo poco a poco
y dejan un vacío en el pasado cuando mueren,
un vacío donde deberían quedar los recuerdos
que expliquen por qué duele la vida cuando duele.

Dejemos que los recuerdos duelan
para saber mirar de frente
para entender que por matar el pasado
el amor no va a dejar de acercarse a la muerte.
Recuerdos que, si son peores,
darán más sentido al amor nuevo que llegue.
Y, si son mejores…, si son mejores ayudarán a comprender
que la vida sabe mejor que uno lo que uno quiere.

Los recuerdos deben irse yendo poco a poco.
Si dejamos que se alejen,
tendremos tiempo para encontrar
el lugar que ocupa su sombra en el presente.

Poesías y lágrimas en zapoteco

Aquí presento algunos fragmentos de poemas de Poesías y lágrimas traducidos por @DizhSa al zapoteco, lengua de México (¡Gracias!):

Quety xi nadiru maru joz Masque chunialiu, tyen quën liu duzhru ybana gal rzhiby

No hay nada mejor
que estar contigo
porque contigo
es menos triste tener miedo …


 

Galruan na zicy chi rtyug buny bzhugnani, gal Nguni na rbeguan buny xi xteni, as rdyenyi steiby. Ndiebaga

Llorar es como cortarse las uñas
La tristeza es deshacerse de cosas
que luego siempre vuelven a crecer. No hay duda …


 

Locni queity nazacdi queity rbezdi rcaz buny orgai Zezag rcaz buny.

Lo malo es que no se deja de querer en un momento.
Se sigue queriendo.


 

Lidyizyu gunyu yzeiny lai laztua chindilaza nu tu ycazna.

Solo tú eres capaz de hacer que en el fondo de mi alma
pueda llegarme a creer que alguien me quiera.


 

Rcaza liu Queity rcazdya gacbia zu zhi Cwez gana loo rata zhi. Nazhi al rcaza liu, zicybaza queityru chuzhi gana loo

Te quiero
y no me importa saber
que algún día dejaré de verte para siempre.
Hoy ya te quiero
como si nunca más te fuera a volver a ver.


 

Mas rzuniëng liu Zezag ru guet zienydan gwel ni bzalrëng liu Par chistiu queity rzacngalnedyui

Aunque te pisaban,
tú seguías poniéndote debajo.
Tantas veces te tiraban
que levantarte ya no te costaba trabajo.


 

Bal gatya, chiru a? Queity ycazu naa zicy queity nu Zac gaxliu. Bcaz naa mas queity nuzac gaxliu

Y si me muero, ¿qué?
No me quieras como si el mundo fuera bueno,
quiéreme aunque el mundo sea malo.


 

Nii rawa chat ni rliu queity rzalodi. Xmoda runya xjab cwiaxneza galambany chiru queity salodi zicy.

Por eso doy besos que parece que no empiezan.
Es mi manera de concentrarme para resolver la vida
y que así no empiece, y que así no muera

 

 

 

 

 

Sigues diciendo que me conformo contigo,
que me merezco algo más,
que no eres lo que siempre he querido,
que no me ves disfrutar.
Yo sonrío.
No sé por qué lo dirás.
Será porque aún no has llegado
a mirarme por detrás,
y ver mi maquinaria
y ver lo bien que me haces funcionar.
Será porque aún no he sabido
explicarte bien qué considero que es amar.
No es estar feliz todos los días,
es estar feliz cuando hace falta estar.
No es estar con la persona perfecta,
es estar con ella como si fuera normal.
Es estar por primera vez con alguien
y saber que no me va a dejar.
Es poder equivocarme
y tener las oportunidades exactas para rectificar.

Si me ves cara de conformarme
quizás es porque ya le había cogido el gusto a llorar
y tú estropeas mis ganas de tristeza,
pero yo creo que podré vivir también a gusto con tu felicidad.

Puedes seguir diciendo que me conformo contigo,
pero no digas que es porque merezco algo más,
o porque no seas perfecta
o porque no me haces disfrutar.
Es porque merecía menos y me cuesta ir aprendiendo
a no ser siempre el que da más,
a dejar de querer ser perfecto y a aceptar equivocarme
ahora que sé que lo perfecto
es que estás.

Es difícil de ver,
pero está en todo.
Para subir más
hace falta haber llegado al fondo.
Para entender de verdad por qué se ama
hace falta haberse sentido muy solo.
Para saber bien por qué se vive
tiene que haberse apagado alguna parte de nosotros.

Es difícil de ver
y, cuando se ve, enfada un poco.
¿No se puede sentir algo bueno
sin que algo malo enseñe cómo?
¿No hay nada bueno que se pueda ver
sin que haga falta que se quede oscuro todo?
Yo sé que he estado triste,
sé que he estado solo,
sé que se apagaron muchas cosas
cuando sentí que lo había perdido todo.

Pero ella no brilla porque esté oscuro,
brillaría igual de todos modos;
ella no brilla porque yo vaya a morir,
no brilla porque el mundo antes de ella fuera otro.
Brilla porque está en lo alto,
aunque con ella esté al mismo nivel todo.
Brilla porque la quiero,
porque a su lado siento que nunca he estado solo.
Brilla y no importa que enciendan
mi vida entera sus ojos.
Brilla. No se apaga.
Y la veo y la toco
y entiendo por qué es difícil de ver
que para amar haya que tocar el fondo.
Brilla. Y no la veo porque esté todo oscuro,
la veo porque brilla a su lado todo.
La veo porque el mundo con ella es bueno
y no hace falta entender qué lo hace así ni cómo.

Estaba claro,
amar era empezar a tener miedo,
amar era volverme frágil,
era perder
el control del tiempo,
era pedirle a mi corazón
que emigrara a otro cuerpo.
Era buscar en ti una respuesta
que nadie puede respondernos.
Era hacerte pruebas
cargadas de recuerdos.
Era desaparecer.
Era quemar como el fuego.

Era odiarte a veces
y otras veces,
sin sentirlo tanto como ahora,
decirte que te quiero.
Era saber que en pocos días
se acabaría consumiendo
lo que al final no ha durado
más que unos versos.
Era olvidar que la brutal esfera,
no solo gira
sino que a la vez se va moviendo.
Y que así nunca es posible
llegar a estar realmente quieto.

Creía que contigo iba a ser distinto
que no íbamos a discutir,
que no me ibas a poner celoso
ni yo te iba a poner celosa a ti.
Creía que podríamos estar lejos
y no tener que dudar ni pensar mal ni sufrir.
Creía que contigo me iba a enamorar de otra manera.
Creía que esta vez eras tú por fin.

Y no es distinto porque eres lo mismo que he querido siempre,
pero lo es porque contigo soy feliz.
No es distinto porque contigo también hay discusiones,
pero lo es porque ahora acaban antes de empezar a discutir.
No es distinto porque sigo poniéndome celoso,
pero ahora del idiota que antes de conocerte fui.
No es distinto porque sigo dudando cuando estás lejos,
pero la duda ahora es por qué no me fui detrás de ti.
No es distinto porque de ti también estoy enamorado,
pero lo es porque esta vez lo he hecho sin desenamorarme de mí.
No es distinto porque tampoco eres tú la definitiva,
pero no lo eres porque no quiero relacionar contigo nada que contenga la palabra fin.
Y no es distinto porque con otras siempre quise también que continuara;
lo que no sabía es que ya entonces quería que continuara junto a ti.

Hay gente que aprende.
Se sienten raros y aprenden.
No se paran a pensar
que quien tendría que aprender
es el resto de la gente.
Se sienten poco queridos,
pero les aseguran que les quieren
y ellos aprenden;
creen que su manera de querer es peor
porque es diferente.

Y así van cayendo
en la normalidad del resto de la gente,
porque darle siempre la razón al resto
es una de las capacidades que tienen.

Hay gente que aprende.
Y es una pena, pero aprenden.
Por suerte aunque dejan de lado muchas cosas suyas
no se olvidan nunca de querer como ellos quieren.
Por eso algunas veces, a algunas horas sienten
que nadie les quiere tanto como quieren ellos
y aunque enseguida se les pasa y vuelven
en el fondo siguen dando el mismo amor
y encontrándolo en el resto de la gente.

No sé si puedo.
Piensa que ya soy mayor. Te diría que incluso viejo.
Piensa que hasta a mí me cuesta creerme
que esta vez son distintos mis tequieros.

No sé si puedo. No sé si puedo.
Hasta he llegado a pensar
que te quiero más porque te quiero menos,
lo cual me parece bastante raro.
No sé ni por qué me lo creo.

Y es que no sé si puedo.
Pero es que te miro y veo
todo lo que me inventé en otras, todo lo que decían que no me podían dar,
a lo que yo les respondía que bueno.

Te miro y siento que sí puedo. Aunque no sé si puedo.
Piensa que yo había dejado el corazón
como el que termina un libro sabiendo
que no se lo va a volver a leer porque es demasiado bueno.
No quería estropearlo más.
Sentir que ya no es tan bonito al releerlo.

Por eso, no sé si puedo.
Pero tú lees de otra forma,
recitas mejor mis besos,
y sabes leer que sí
cuando yo digo que no puedo.

No me digas que te has muerto, ¿vale?
Déjame vivir con esa ilusión.
Deja que siga apuntándome cosas
para preguntarte cuando volvamos a estar juntos los dos.

No me digas que te has ido para siempre,
que ya empiezo a sospecharlo yo.
Dime, no sé, que han retrasado tu vuelo,
que hay una complicada avería en el avión.

No me digas que ya te es imposible quererme,
deja que lo note poco a poco en lo bajito que va sonando tu voz.
Pero, de verdad, no me digas que ahora ya te es imposible quererme
ni que te has ido para siempre, ni que la muerte te llevó.

¿Por qué va a ser menos el amor de ahora
solo porque ya no den golpes los latidos de tu corazón?
¿Qué tontería es esa?
¿Acaso se reduce a golpes y pensamientos el amor?

No me digas que te has muerto, ¿vale?
Que no quiero caer en la tentación
de pensar que todo se acaba un día porque somos
solo carne que mientras se mueve está viva
y luego ya no.

Ya no.
Con lo fácil que era hacerlo bien.
¿Fácil?
Pero si es que yo no soy así.
¿Por qué cambia tanto querer?
¿Cambia o saca lo que soy?
No es fácil hacerlo bien.
Es imposible.
Siendo como soy.
Siendo como somos.
Por eso hay que encontrar a la persona
con quien no importe hacerlo mal
si es que queremos querer
si es que queremos hacer bien
lo que de manera irremediable se hace mal.