A veces me disgusto con la vida
y quiero pensar que no sirve para nada.
A veces me gustaría que se demostrara que somos un error
y decírselo a todos los que se ríen a la cara.
A veces siento que no hay solución,
que no merece la pena buscarla,
que la mejor manera de disfrutar de la vida es olvidándola.
Esas veces miro al cielo
y se me meten para dentro las lágrimas
y me voy sintiendo más feliz
cuanto más voy sintiendo que no soy nada.
Pero me asusta la alegría.
Me asusta que la felicidad se parezca tanto a la ignorancia,
a no hacer nunca preguntas
por si nadie sabe contestarlas.
Entonces bajo la vista y miro al suelo
y voy recuperando mi amarga esperanza.
Me quedo un momento callado
y sonrío al ver que se me cae una lágrima.